top of page

Mantenimiento de intercambiadores de calor de placas (PHE)

  • Foto del escritor: AI
    AI
  • 30 sept
  • 21 Min. de lectura

Actualizado: 20 oct

Mantenimiento Intercambiador de calor de Placas (PHE)

Los intercambiadores de calor de placas, conocidos como Plate Heat Exchangers (PHE), son equipos esenciales para transferir energía térmica entre dos fluidos sin que se mezclen. Gracias a su diseño de múltiples placas metálicas delgadas con juntas elastoméricas, logran una alta eficiencia de transferencia de calor en un equipo compacto y desmontable. Precisamente esa capacidad de desmontaje hace que su mantenimiento sea más sencillo en comparación con otros tipos de intercambiadores (como los de tubo y coraza). Sin embargo, requieren mantenimiento periódico para operar a máximo rendimiento. Al igual que un automóvil necesita afinaciones regulares para seguir funcionando bien, un PHE necesita limpieza e inspecciones rutinarias para mantener su desempeño óptimo.


¿Por qué es tan importante el mantenimiento? Sin un plan de mantenimiento regular, la eficiencia del intercambiador inevitablemente disminuye con el tiempo debido a la acumulación de suciedad e incrustaciones (lo que se conoce como fouling) en las placas. Esa capa de depósitos actúa como aislante térmico y reduce la capacidad de transferencia de calor, obligando a gastar más energía para lograr el mismo rendimiento. Además, si un PHE no se mantiene correctamente, existe riesgo de corrosión, fugas en juntas o incluso grietas en las placas, problemas que pueden causar desde pérdidas de rendimiento hasta paros de producción e incidentes de seguridad. Otra razón de peso: evitar reparaciones de emergencia. Si un intercambiador de placas falla inesperadamente, puede detener todo un proceso industrial, generando costoso tiempo muerto y reparaciones urgentes. En aplicaciones críticas de climatización, alimentos o farmacéuticas, una falla imprevista puede ser desastrosa en términos de productividad, costos e incluso cumplimiento sanitario.


Ejemplo de intercambiador de calor de placas con falla catastrófica de juntas por falta de mantenimiento (gomas quemadas y deformadas). Un mantenimiento inadecuado puede llevar a fugas severas y paros prolongados del equipo.


Como cualquier equipo industrial, un PHE funcionará mejor y durará más si recibe mantenimiento preventivo periódico. En este artículo explicaremos en qué consiste el mantenimiento de un intercambiador de placas, cada cuánto debe realizarse y cuáles son las mejores prácticas en limpieza y cuidado de estos equipos. Veremos las técnicas de limpieza – desde métodos CIP (Clean in Place) en sitio hasta la limpieza manual desmontando las placas –, así como las pruebas de integridad (hidrostáticas y con líquidos penetrantes) que aseguran que el equipo quede hermético y en buen estado después del servicio. También abordaremos cuándo reemplazar juntas o placas dañadas y daremos consejos de operación para prolongar la vida útil del intercambiador. Al final incluimos una sección de Preguntas Frecuentes (FAQ) para resolver dudas comunes sobre el tema. ¡Comencemos!


¿En qué consiste el mantenimiento de un intercambiador de placas?

El mantenimiento de un PHE abarca todas las acciones preventivas y correctivas destinadas a conservar o restaurar su rendimiento térmico y confiabilidad. En términos generales incluye tres pilares fundamentales:

  • Limpieza de las superficies de transferencia de calor: eliminar las incrustaciones, depósitos o suciedad de las placas.

  • Inspección de componentes: revisar el estado de las placas y las juntas (gaskets) para detectar desgaste, daños o fugas.

  • Reemplazo de consumibles: sustituir las juntas de caucho que estén envejecidas o defectuosas, e incluso placas completas si presentan perforaciones, grietas u otros daños severos.


Además, un buen mantenimiento puede involucrar pruebas de integridad para verificar que no haya fugas internas ni externas una vez intervenido el equipo. En resumen, se busca conservar el desempeño térmico y la hermeticidad del intercambiador, previniendo fallas antes de que ocurran o corrigiéndolas adecuadamente cuando se manifiestan.


Mantenimiento preventivo vs correctivo

Mantenimiento preventivo: Es el mantenimiento planificado que se realiza periódicamente aunque el equipo parezca estar funcionando bien. Su objetivo es prevenir fallas, optimizar el rendimiento y prolongar la vida útil del intercambiador. Las tareas típicas de mantenimiento preventivo en un PHE incluyen inspecciones visuales regulares (buscar fugas externas, corrosión en placas, acumulación de suciedad), limpieza periódica (por ejemplo, limpiezas químicas CIP rutinarias) y sustitución programada de juntas que hayan alcanzado su vida útil. En otras palabras, el mantenimiento preventivo actúa antes de que aparezca un problema evidente. La recomendación general de expertos es realizar al menos una mantención preventiva completa al año, incluso si la unidad opera correctamente. Esto equivale a cambiar el aceite del coche antes de que se encienda el testigo de motor: es mejor adelantarse a los problemas que esperar a que causen un desperfecto.


Mantenimiento correctivo: Es el que se realiza cuando el equipo presenta una falla o bajo rendimiento evidente. En otras palabras, consiste en reparar o restaurar el intercambiador después de haberse detectado un problema. Algunos ejemplos de mantenimiento correctivo serían: abrir el PHE inmediatamente tras notar una fuga importante para cambiar una junta dañada, o desmontar y limpiar las placas porque el equipo ha perdido capacidad de calor por suciedad excesiva. El mantenimiento correctivo devuelve el equipo a condiciones operativas aceptables, pero normalmente implica un paro no planificado y costos más altos (por la urgencia y posible daño acumulado). Por eso, es preferible minimizarlo mediante buen mantenimiento preventivo. No obstante, incluso con los mejores cuidados, eventualmente ocurrirá algún mantenimiento correctivo – ningún intercambiador dura para siempre sin reparar. La clave está en equilibrar ambos tipos: una estrategia de mantenimiento efectiva tratará de realizar lo preventivo necesario para que lo correctivo sea mínimo.


¿Cada cuánto se debe dar mantenimiento a un PHE?

La frecuencia de mantenimiento óptima para un intercambiador de placas depende de muchos factores, como el tipo de industria, las características de los fluidos, la temperatura, la calidad del agua u otros medios, y las horas de servicio. Dicho esto, existen lineamientos generales. Los fabricantes recomiendan hacer un mantenimiento preventivo al menos una vez al año, y en aplicaciones exigentes incluso con mayor frecuencia. Por ejemplo, en industrias lácteas o cerveceras con fluidos que ensucian mucho, es común realizar limpiezas CIP semanales o mensuales y una limpieza mayor (desarmado) anual. En cambio, en servicios muy limpios (como enfriadores de hidrógeno en generadores eléctricos) un PHE podría operar hasta 3–4 años sin necesitar apertura.


Una pauta práctica es inspeccionar visualmente el equipo cada mes, realizar limpiezas químicas menores cada pocos meses (o según se observen incrustaciones) y hacer una limpieza completa desmontando placas al menos una vez al año. Asimismo, se recomienda una prueba de presión (hidrostática) anual para verificar la hermeticidad, y una revisión de juntas en ese mismo intervalo. Cada planta debe ajustar estas frecuencias a sus condiciones reales de operación – lo importante es tener un plan establecido en vez de esperar a que algo falle. Mantener registros de cada mantenimiento realizado y de parámetros como caídas de presión es muy útil para determinar la periodicidad óptima. Por ejemplo, si se observa que cada 6 meses la caída de presión supera cierto límite por ensuciamiento, ese intervalo marcará la frecuencia necesaria de limpieza para la próxima vez. En resumen, más vale prevenir que lamentar: programa mantenimientos regulares antes de que la pérdida de desempeño o una fuga obliguen a una intervención de emergencia.


Métodos de limpieza de un intercambiador de placas

La limpieza es la piedra angular del mantenimiento de los PHE, pues remover las incrustaciones devuelve la eficiencia térmica. Existen dos métodos principales para limpiar un intercambiador de placas: limpieza in situ (CIP) y limpieza manual por desmontaje. Ambos tienen su lugar dentro de un plan de mantenimiento. Veamos en qué consisten y cuándo conviene cada uno.


Limpieza CIP (Cleaning In Place)

La limpieza CIP (por sus siglas en inglés, Cleaning In Place) consiste en hacer circular una solución química de limpieza a través del PHE cerrado para disolver y arrastrar la suciedad, sin necesidad de desarmar el equipo. Es un método muy eficaz, ya que evita desmontar las placas y por tanto reduce la mano de obra y el tiempo de inactividad. Típicamente, un ciclo CIP completo incluye varias etapas encadenadas:

  1. Enjuague inicial con agua: Se hace pasar agua a caudal alto por ambos circuitos del intercambiador para arrastrar los residuos sueltos y precalentar el equipo.

  2. Limpieza química alcalina: Circulación de una solución alcalina caliente que disuelve eficazmente residuos orgánicos (grasas, proteínas, biofilm). Por ejemplo, soluciones de soda cáustica para industrias alimentarias.

  3. Enjuague intermedio: Agua limpia para remover restos de la soda y los sólidos desprendidos.

  4. Limpieza química ácida (decapado): Circulación de una solución ácida (como ácido cítrico, fosfórico o nítrico diluido) para atacar depósitos inorgánicos como sarro (carbonato cálcico) u óxidos. La fase ácida ablanda las incrustaciones minerales resistentes.

  5. Enjuague final: Abundante agua hasta asegurar que no queden residuos químicos en el equipo.


Las ventajas de la limpieza CIP incluyen rapidez, cobertura total (al ser un flujo en circuito alcanza rincones que quizá manualmente costaría limpiar) y menor requerimiento de personal. Es especialmente útil para eliminar incrustaciones ligeras a moderadas de cal u orgánicos de forma frecuente, evitando que alcancen niveles severos. Por ejemplo, una cervecería o planta de jugos puede hacer CIP cada semana para mantener bajo control los depósitos en su intercambiador.


Sin embargo, la CIP tiene limitaciones. Si los depósitos son extremadamente adheridos o hay obstrucciones graves, puede no bastar con la química en circulación. Asimismo, debe seleccionarse cuidadosamente el agente químico para que sea compatible con los materiales de las placas y juntas. Por ejemplo, nunca usar limpiadores con cloruros en placas de acero inoxidable, pues causaría corrosión localizada. Tampoco conviene dejar soluciones ácidas mucho tiempo más allá de lo recomendado, para no dañar las superficies. En resumen, la limpieza CIP es el método preferido para mantenimiento rutinario, pero periódicamente será necesario complementar con una intervención manual más profunda.


Limpieza manual por desmontaje

La limpieza manual implica abrir el intercambiador y retirar las placas del bastidor para limpiarlas individualmente. Este método es más laborioso y requiere detener el equipo por más tiempo, pero permite una inspección minuciosa y limpieza exhaustiva de cada placa, siendo imprescindible cuando la suciedad es muy resistente o el intercambiador no cuenta con sistema CIP. Los pasos generales para una buena limpieza manual son:

  • Apertura del equipo: Tras aislar hidráulicamente el intercambiador (cerrar válvulas de entrada/salida y drenarlo), se aflojan progresivamente los pernos tensores del bastidor hasta liberar las placas. Es importante aflojar de forma uniforme y cruzada para evitar deformaciones. Una vez sueltas, se extraen las placas una por una, manteniendo el orden para luego rearmarlas correctamente.

  • Remoción de juntas (si aplica): Si las juntas de caucho están pegadas y deben sustituirse, se retiran con cuidado. Si se van a reutilizar, conviene dejarlas puestas o marcarlas para recolocarlas igual.

  • Limpieza de placas: Se aplica el agente de limpieza adecuado sobre cada placa. Usualmente se puede sumergir las placas en tanques con la solución química (alcalina o ácida suave) o aplicar con brochas/esponjas. Nunca se deben usar cepillos de acero o elementos abrasivos duros que rayen el acero inoxidable. Lo ideal es usar cepillos de cerdas plásticas o fibras suaves para frotar y remover los depósitos una vez ablandados. Para suciedad muy adherida, algunas instalaciones usan hidrolavadoras de alta presión con agua caliente. En ese caso, se debe tener precaución de no dirigir el chorro directamente sobre las juntas para no desprenderlas o dañarlas.

  • Enjuague y secado: Tras limpiar, se enjuaga cada placa con agua a presión hasta eliminar todo rastro de químicos y suciedad. Luego se dejan secar (o se secan con aire comprimido) antes de la inspección.

  • Inspección de placas y juntas: Con las placas limpias, se examinan al trasluz buscando grietas o puntos de corrosión perforante. También se revisan las juntas: si están endurecidas, agrietadas o deformadas, es momento de reemplazarlas. Más adelante hablaremos de métodos específicos de inspección como la prueba de tintes penetrantes para detectar fisuras microscópicas.

  • Rearmado del paquete de placas: Se vuelven a colocar las placas en el bastidor en el orden correcto (usualmente tienen alguna marca o número que indica su secuencia). Se instalan juntas nuevas en las placas correspondientes, asegurándose del posicionamiento correcto en los canales. Finalmente se cierra el bastidor y se aprietan los pernos hasta la dimensión de cierre especificada por el fabricante (cada modelo de PHE tiene un espesor total de paquete determinado para asegurar la compresión correcta de las juntas). Es crucial no sobre-apretar más allá de la especificación, ya que podría aplastar las juntas o deformar placas. La forma correcta es llevar gradualmente y de manera uniforme al valor indicado (por ejemplo, “apretar hasta que la distancia entre placas sea X milímetros” en lugar de un torque fijo).

  • Pruebas finales: Antes de volver a poner en servicio, se recomienda realizar pruebas de integridad, como una prueba hidrostática, para confirmar que no haya fugas (detalles en la siguiente sección). Si todo está bien, el intercambiador queda listo para operar.


Aunque desmontar y limpiar manualmente un PHE requiere más tiempo (puede tomar varias horas o hasta un día completo en intercambiadores grandes), esta labor a fondo realizada periódicamente garantiza el máximo rendimiento. Un equipo completamente limpio y verificado puede quedar “como nuevo” después de una mantención mayor. De hecho, muchos usuarios industriales combinan ambas estrategias: hacen limpiezas CIP frecuentes (ej. mensuales) para el mantenimiento ligero rutinario, y una limpieza manual profunda anual para “resetear” el equipo dejándolo en condiciones óptimas.


Inspecciones y pruebas de integridad

Tras limpiar y rearmar un intercambiador de placas, o cuando existe sospecha de problemas internos, es fundamental realizar pruebas de integridad. Estas pruebas verifican que el equipo no tenga fugas y que las placas estén en buen estado, sin fisuras que puedan causar mezcla de fluidos. Las dos pruebas más utilizadas en mantenimiento de PHE son la prueba hidrostática y la prueba de líquidos penetrantes:


Prueba hidrostática (test de presión)

La prueba hidrostática es básicamente un ensayo de presión con líquido (usualmente agua) para comprobar la hermeticidad y resistencia de un equipo. Es un método estándar en la industria para calderas, recipientes a presión e intercambiadores, descrito en códigos como ASME. Consiste en llenar completamente el intercambiador con agua, purgar todo el aire y luego elevar la presión interna a un valor superior a la de operación normal, observando si ocurren fugas. Típicamente se prueba alrededor de un 30% por encima de la presión de diseño del equipo, a menos que alguna normativa específica indique otro factor de seguridad (por ejemplo, en muchas aplicaciones se usa 1,3 veces la presión máxima de trabajo).


En un PHE con dos circuitos separados por las placas, la prueba se realiza generalmente por cada lado por separado: se cierra (cega) el circuito opuesto mientras se presuriza el otro, de forma que si alguna placa tiene un agujero o fisura, el agua pasará al lado seco revelando una fuga interna. Los pasos simplificados serían:

  1. Montar el intercambiador con todas sus placas y juntas en posición, y cerrar el bastidor al apriete correcto (tras la limpieza o reparación).

  2. Cegar las conexiones de salida de uno de los circuitos y conectar una bomba de prueba a la conexión de entrada de ese lado.

  3. Llenar lentamente de agua el circuito a probar, evacuando el aire mediante las válvulas de venteo hasta estar completamente lleno de líquido.

  4. Bombear agua para incrementar la presión gradualmente hasta la presión de prueba deseada (ejemplo: ~1,3 veces la presión de trabajo, como 8 bar si la operación normal es 6 bar).

  5. Mantener esa presión por un período (al menos 10-15 minutos). Durante este tiempo, inspeccionar visualmente todo el perímetro del intercambiador y las uniones en busca de fugas de agua. También monitorear el manómetro: si la presión cae sin que se observe fuga externa, podría indicar una fuga interna (agua pasando al otro circuito).

  6. Si no se detectan fugas, liberar la presión lentamente y drenar el agua. Repetir la prueba invirtiendo los circuitos, es decir, ahora probando el lado opuesto del intercambiador de igual forma.


Si el equipo pasa la hidrostática en ambos lados sin pérdidas de presión ni fugas visibles, se considera que está hermético y listo para servicio. Esta prueba proporciona mucha confianza, ya que verifica que el intercambiador soporta condiciones por encima de las normales. Por eso es común realizarla siempre que se reensambla un PHE después de mantenimiento mayor, o de forma rutinaria en paros programados para certificar integridad. De hecho, algunos talleres de servicio realizan una prueba de fuga antes y después de la limpieza: al recibir el equipo lo prueban para diagnosticar su estado, y tras el mantenimiento lo vuelven a probar para asegurar que quedó perfectamente sellado.


En caso de que la prueba hidrostática falle (es decir, se encuentre una fuga), habrá que abrir nuevamente el equipo e inspeccionar. A veces la causa es tan simple como una junta mal colocada o una particula en el sello, lo cual se corrige y se repite la prueba. Otras veces revela un problema mayor, como una placa fisurada que deberá ser reemplazada. Importante: la prueba con agua es mucho más segura que con aire comprimido, ya que el agua es prácticamente incompresible y libera mucha menos energía si ocurre una ruptura (las pruebas neumáticas con gas conllevan riesgo de explosión violenta). Por ello, la hidrostática es el método preferido y debe realizarse siguiendo todos los protocolos de seguridad (uso de gafas, caretas, barreras si aplica, equipo calibrado, etc.).


Prueba de líquidos penetrantes (tinte penetrante)

La inspección con líquidos penetrantes es un método de ensayo no destructivo (END) utilizado para detectar grietas microscópicas o poros en las placas del intercambiador. Es especialmente útil en PHE porque las placas son delgadas (0,5–0,6 mm típicamente) y pueden desarrollar microfisuras por corrosión o fatiga que no se ven a simple vista. Una pequeña fisura en una placa es peligrosa ya que puede permitir la contaminación cruzada de los fluidos (mezcla de ambos circuitos), algo que se debe evitar a toda costa en industrias como alimentos, bebidas o farmacéutica.


El principio de la prueba es relativamente sencillo: se aprovecha la capilaridad de un líquido de muy baja viscosidad que penetra en las fisuras abiertas, y luego se hace visible esa penetración con un revelador. En la práctica, el procedimiento típico es:

  1. Limpieza y secado de la placa a inspeccionar: la superficie debe estar perfectamente limpia, libre de grasa, pintura o suciedad, y seca. Por eso este ensayo se realiza después de la limpieza mecánica/química.

  2. Aplicación del líquido penetrante: se rocía o pinta la superficie de la placa con un líquido penetrante, normalmente de color rojo vivo o fluorescente. Se deja actuar por varios minutos, permitiendo que el líquido se introduzca en cualquier grieta o poro presente.

  3. Eliminación del exceso: pasado el tiempo de penetración, se limpia la superficie para retirar el exceso de penetrante, con cuidado de no extraer el que haya entrado en los defectos. Esto suele hacerse con un paño húmedo con solvente o agua según el tipo de penetrante.

  4. Aplicación del revelador: se pulveriza sobre la superficie un revelador generalmente de color blanco. Este revelador es una sustancia absorbente (tipo talco o sílice suspendida) que “succiona” el líquido penetrante que hubiera quedado dentro de las grietas, haciéndolo reaparecer en la superficie en forma de indicaciones coloreadas.

  5. Inspección visual: bajo buena iluminación (o luz UV si se usó penetrante fluorescente), se examina la placa. Si hay grietas, se observarán líneas o marcas de color proveniente del penetrante, contrastando con el fondo blanco del revelador, indicando la ubicación y tamaño de la fisura.


Mediante esta técnica es posible detectar fisuras muy finas, poros o grietas que podrían pasar desapercibidas al ojo desnudo. Es un procedimiento altamente sensible y que no daña las placas, por lo que se puede aplicar al 100% de las placas si se desea una inspección completa. Muchas empresas de servicio PHE realizan pruebas de tintes penetrantes en todas las placas durante un mantenimiento mayor, para asegurarse de que ninguna presente defectos estructurales. Esto añade tiempo al mantenimiento, pero brinda la tranquilidad de evitar reinstalar placas comprometidas. Cabe mencionar que la técnica de líquidos penetrantes es efectiva para materiales metálicos no porosos; en placas de titanio, acero inoxidable o aleaciones típicas funciona muy bien. No es aplicable en materiales plásticos o teflón, pero esos no suelen usarse en placas de intercambiador (excepto algún revestimiento muy especial).


La inspección con penetrantes, al igual que otros métodos END como ultrasonidos, permite detectar problemas potenciales sin afectar la integridad de la pieza. Si durante el mantenimiento se identifica una placa con grietas indicadas por este test, lo prudente es darla de baja (no volverla a montar) y reemplazarla por una nueva o buena, ya que esa fisura eventualmente causará fugas internas. Más vale cambiar una placa a tiempo que arriesgar un cruce de fluidos en plena operación.


Reemplazo de juntas y placas

Un aspecto crítico del mantenimiento de intercambiadores de placas es el cuidado y reemplazo de las juntas de caucho (gaskets). Estas juntas son las que sellan los perímetros de las placas y los puertos de paso, evitando que los fluidos se mezclen o salgan del equipo. Con el tiempo, las juntas se deterioran por varias causas: exposición a altas temperaturas, ataque químico del fluido de proceso, y simplemente la fatiga por ciclos de compresión. Por ejemplo, a temperaturas elevadas o con químicos agresivos, las juntas pueden endurecerse, perder elasticidad y terminar fallando. Incluso bajo condiciones normales, después de años comprimidas las gomas sufren set (deformación permanente) y ya no sellan igual.

Los síntomas de juntas defectuosas incluyen pequeñas fugas o goteos externos en las esquinas de las placas, o manchas de fuga entre placas (muchos PHE tienen indicadores de fuga donde si ves líquido, significa que esa junta interna cedió). Ante cualquier indicio de fuga en las juntas, es necesario planificar su reemplazo a la brevedad para evitar una falla mayor. No basta con apretar más el bastidor – de hecho, sobre-comprimir un PHE tratando de detener una fuga suele empeorar las cosas, dañando placas o juntas restantes.

Cuando llega el momento de cambiar juntas, se tiene la opción de usar juntas originales del fabricante u optar por juntas genéricas compatibles de terceros. En cualquier caso, lo importante es que sean del material correcto y dimensiones exactas para el modelo de placa. Los materiales de juntas más comunes en PHE son:

  • NBR (nitrilo, Buna-N): caucho resistente a aceites, común en aplicaciones de hidrocarburos o aceite térmico. Rango típico de temperatura hasta ~120 °C.

  • EPDM (etileno propileno dieno): elastómero muy usado en aplicaciones de agua caliente, vapor de baja/media temperatura, y alimentos. Soporta químicos alcalinos. Rango típico hasta ~150 °C.

  • Viton® (FKM, fluorocarbono): caucho fluorado con alta resistencia química a ácidos, solventes y altas temperaturas (hasta ~180 °C). Ideal para fluidos agresivos o muy calientes.

  • Otros: Siliconas (para temperaturas bajas y alimentos específicos), HNBR, neopreno, PTFE encapsulado, etc., según la aplicación especial.


Elegir el material adecuado es crucial: por ejemplo, una junta de NBR se degradará rápidamente en servicio con vapor o ácidos fuertes, donde se requeriría EPDM o Viton. Por tanto, siempre consulta las especificaciones de compatibilidad química y térmica de las juntas con tus fluidos de proceso. Un buen proveedor te indicará qué material usar en cada caso.

En la práctica, las juntas suelen venderse en kits completos para un intercambiador (juego de todas las juntas necesarias). Cambiarlas implica retirar las antiguas (limpiando bien el residuo de pegamento si lo tenían) e instalarlas siguiendo el esquema correcto. Algunas juntas van pegadas con adhesivo especial y otras son del tipo "clip" (encajan en ranuras sin pegamento).



Tras instalar juntas nuevas, es muy importante apretar el intercambiador al valor de cierre especificado para ese modelo con juntas nuevas – ya que el espesor de las juntas influye. Luego de un primer ciclo térmico de operación, a veces se recomienda re-apretar ligeramente, pues las juntas nuevas pueden asentarse. Siguiendo el procedimiento recomendado, unas juntas nuevas asegurarán otros años de servicio confiable.


¿Y las placas metálicas en sí? Las placas están fabricadas en materiales resistentes (acero inoxidable 304/316, titanio, Hastelloy, etc.) y normalmente duran mucho más que las juntas. Sin embargo, también pueden requerir reemplazo si se dañan. Las causas típicas para sustituir placas son:

  • Corrosión perforante: cuando un fluido corrosivo ataca el material de la placa y crea orificios o adelgaza excesivamente ciertas áreas. Una placa perforada compromete la separación de fluidos.

  • Grietas o fisuras: pueden aparecer por golpes, estrés mecánico o térmico (p. ej., shock térmico), especialmente en placas más antiguas y fatigadas. Una fisura, por pequeña que sea, es una vía de fuga interna.

  • Deformaciones: a veces por sobrepresurización o apriete incorrecto, una placa puede pandearse o deformarse al punto de no asentar bien las juntas.

  • Erosión: en servicios con líquidos con partículas abrasivas (como barros, mostos con sólidos, etc.) el flujo puede ir desgastando el metal de las placas en ciertas zonas, dejándolas muy delgadas.



Si la inspección (visual o con penetrantes) revela placas en mal estado, lo indicado es reemplazarlas. Al igual que con juntas, se pueden usar placas originales de fábrica o placas genéricas fabricadas por terceros, siempre y cuando sean equivalentes en modelo, material, espesor, patrón de corrugación y dimensiones. Muchas empresas especializadas ofrecen placas compatibles para modelos de marcas reconocidas. Lo importante es asegurarse de la calidad – una placa mal copiada o de material inferior podría fallar prematuramente. En términos de mantenimiento, suele ser conveniente tener algunas placas de repuesto en almacén junto con kits de juntas, para atender emergencias. De ese modo, si en una prueba de presión se detecta fuga interna y se identifica una placa fisurada, se puede simplemente retirar esa placa y la contigua (manteniendo el equilibrio de flujo) e insertar placas nuevas, en lugar de dejar el equipo fuera de servicio por días mientras llegan repuestos. De hecho, operar un PHE con dos placas menos de forma temporal es posible y suele tener un impacto mínimo en el rendimiento, lo que da flexibilidad para atender fallas sin detener por completo el proceso.


Consejos de operación para prolongar la vida del PHE

Además de los trabajos de mantenimiento en sí, la forma en que se opera un intercambiador de placas día a día influye enormemente en su confiabilidad y longevidad. A continuación listamos algunos consejos esenciales de operación y mantenimiento que ayudarán a que tu PHE se mantenga en óptimas condiciones y minimizar averías inesperadas:

  • Opera dentro del diseño: Respeta límites de temperatura, presión y caudal; evita golpes de ariete.

  • Arranques y paradas suaves: Ventila, sube caudal gradual, evita choques térmicos (>100 °C, calienta de forma progresiva).

  • Filtrado previo: Instala filtros/coladores para retener sólidos (arena/óxido) y reducir fouling y erosión.

  • Monitoreo básico: Revisa ΔP, ΔT, caudal y fugas. Un ΔP que sube o ΔT que baja = limpiar.

  • Bastidor y pernos: Mantén guías y espárragos lubricados para facilitar aperturas y proteger roscas.

  • Predictivo (opcional): Sensores de ΔP continuo o alarmas ayudan a detectar problemas incipientes.

  • Almacenamiento: Si queda fuera de servicio, enjuaga, seca y cubre; guarda lejos de sol, ozono y calor.

  • Revisiones programadas: Pide inspección anual aunque no haya síntomas; anticipa campañas críticas.

  • Repuestos a mano: Ten juntas, 2 placas y herrajes clave; conserva gomas en lugar fresco/oscuro.

  • Capacitación y servicio: Entrena al personal y considera contratos con especialistas en equipos críticos.


Siguiendo estas recomendaciones, maximizarás la eficiencia y vida útil de tu intercambiador de calor de placas, a la vez que minimizas tiempos de inactividad y costos operativos a lo largo de su vida. Un enfoque proactivo en la operación y mantenimiento se traduce en mayor confiabilidad del sistema y en ahorros significativos para tu proceso productivo.


Preguntas Frecuentes (FAQ)

¿Cómo puedo saber si mi intercambiador de placas necesita mantenimiento?

Hay varios síntomas claros de que un PHE requiere atención. Los principales son: aumento de la caída de presión entre la entrada y salida (indicando que las placas están sucias u obstruidas), pérdida de eficiencia térmica (el calor transferido ya no alcanza las especificaciones, por ejemplo el fluido no se enfría/calienta lo suficiente), reducción del caudal o rendimiento global del proceso, o fugas visibles de fluido. Si notas uno o más de estos signos, es momento de inspeccionar y probablemente limpiar el equipo. En el caso de fugas externas (goteos), apunta a juntas deterioradas; si el problema es más bien de rendimiento, suele ser suciedad acumulada. También si llevas más de 12 meses desde la última limpieza, es prudente planificar una aunque no haya síntomas severos.


¿Cuál es la frecuencia recomendada de limpieza de un PHE?

Depende del servicio, pero como regla general se recomienda hacer al menos una limpieza completa al año (desarmando y limpiando placas). En servicios muy sucios, puede requerirse cada 6 meses o incluso trimestralmente. Lo ideal es combinar limpiezas frecuentes in situ (CIP) – por ejemplo mensuales o bimestrales – para mantener controlada la suciedad rutinaria, con limpiezas mayores anuales para restaurar completamente el equipo. Cada industria tiene necesidades distintas: no es lo mismo un pasteurizador de leche (limpieza CIP diaria o semanal) que un enfriador de aceite hidráulico (quizá limpieza anual). Monitorea la caída de presión y la eficiencia; si ves que después de X meses comienza a decaer el desempeño, ese es tu intervalo óptimo de limpieza preventiva. Y recuerda: más vale pasarse de preventivo que quedarse corto – la limpieza regular cuesta mucho menos que una parada por emergencia.


¿Es mejor la limpieza CIP o desmontar y limpiar manualmente?

Lo uno no reemplaza al otro, se complementan. La limpieza CIP es fantástica para mantenimientos ligeros frecuentes: es rápida, no requiere desmontar nada y elimina las suciedades sueltas o recientes. Debes aplicarla de forma periódica (p. ej. mensual) para que el fouling nunca se salga de control. En cambio, la limpieza manual desmontando es necesaria como mantenimiento pesado ocasional: permite remover depósitos resistentes, inspeccionar a fondo y dejar el equipo como nuevo, algo que CIP por sí sola no logra cuando hay suciedad muy adherida. Lo usual es: usa CIP regularmente para el día a día, y planifica limpiezas manuales más espaciadas (anuales, semestrales según necesidad) para reiniciar el ciclo. Así obtienes lo mejor de ambos métodos.


¿Qué riesgos corro si no doy mantenimiento a mi intercambiador?

Ignorar el mantenimiento de un PHE tarde o temprano traerá consecuencias negativas. Inicialmente verás pérdida de eficiencia (más consumo de energía para lograr la misma transferencia de calor debido al fouling). Luego puede ocurrir sobrepresión o bloqueos por incrustaciones severas, que fuerzan bombas y componentes. Peor aún, aumentará la probabilidad de fallas catastróficas: las juntas resecas comenzarán a tener fugas, pudiendo incluso presentarse una mezcla de los fluidos (fuga interna) si alguna placa perfora. Un intercambiador muy sucio puede convertirse en un cuello de botella que limite la producción, o en una bomba de tiempo para un derrame. Además, reparar emergencias sale caro – reemplazar placas dañadas de urgencia y el costo de una parada no planificada supera con creces el costo de mantenerlo limpio y revisado. En sectores como alimentos o farmacéuticos, no hacer mantenimiento también arriesga la calidad del producto (contaminaciones) y viola regulaciones sanitarias. En resumen, los riesgos van desde pérdidas económicas por ineficiencia hasta daños mayores y peligros de seguridad. ¡No vale la pena arriesgarse!


¿Debo usar repuestos originales del fabricante o puedo usar genéricos?

Ambos enfoques son válidos siempre que los repuestos sean de calidad comprobada. Los repuestos originales (juntas y placas OEM) garantizan compatibilidad plena con el diseño original, pero suelen ser más costosos. Por otro lado, existe un mercado de repuestos genéricos compatibles para muchas marcas de PHE: empresas especializadas fabrican juntas y placas intercambiables. Si optas por genéricos, asegúrate de comprarlos a proveedores confiables, que usen materiales equivalentes (ej. un genérico en Viton auténtico, no un caucho inferior). Muchísimas plantas operan exitosamente con juntas genéricas de buena calidad – solo ten cuidado de verificar material, dureza y dimensiones exactas. Para placas, los genéricos pueden funcionar cuando el fabricante original ya no produce cierto modelo o sus tiempos de entrega son largos. En cualquier caso, ante la duda consulta con expertos y prueba inicialmente en un equipo no crítico para validar rendimiento. Mantener un PHE con repuestos de calidad te permitirá alcanzar la misma performance que con partes originales, siempre y cuando el mantenimiento esté bien hecho. Y si el equipo está en garantía, entonces sí conviene usar repuestos originales durante ese periodo para no invalidarla.


En conclusión, el mantenimiento de intercambiadores de calor de placas es una tarea indispensable para todas las industrias que emplean estos versátiles equipos. Invertir tiempo y recursos en una limpieza regular, inspecciones detalladas y reemplazo oportuno de componentes se traduce en mayor eficiencia, seguridad y ahorro a largo plazo. Un PHE bien mantenido operará con altas prestaciones, tendrá una vida útil más larga y rara vez causará sorpresas desagradables. Por el contrario, descuidarlo puede resultar en costosos tiempos muertos o incluso en accidentes por fugas. Por eso, recomendamos establecer desde ya un plan de mantenimiento preventivo acorde a las condiciones de tu proceso, apoyándote en las mejores prácticas aquí descritas. Tu intercambiador – y tu producción – lo agradecerán con un servicio confiable y sin contratiempos. ¡A mantener esos PHE en forma para que sigan transfiriendo calor eficientemente por muchos años!


Referencias y fuentes recomendadas: Para profundizar en el tema, puedes consultar los manuales de uso y mantenimiento de fabricantes reconocidos (Alfa Laval, SPX, Tranter, GEA, Mueller, Sondex etc.), así como guías técnicas independientes. Recuerda que cada instalación puede tener requerimientos particulares, pero los principios generales de mantener las superficies limpias, inspeccionar frecuentemente y actuar preventivamente son universales. Con conocimiento y constancia, el mantenimiento de tus intercambiadores de placas dejará de ser un dolor de cabeza y se convertirá simplemente en parte de la rutina de operación eficiente de tu planta. ¡Manos a la obra!



(AI, comunicación personal, 2025). El siguiente articulo no fue revisado por nuestra empresa y fue creado por AI

Comentarios


Ya no es posible comentar esta entrada. Contacta al propietario del sitio para obtener más información.

Contáctenos

Contáctenos hoy para pedir información, cotizaciones, desarrollar nuevos proyectos, mejorar o expandir su sistema actual, si le interesa trabajar con nosotros o pertenecer a nuestros equipo de distribuidores.

Mapa America y Mexico

Muchas gracias por contactarnos. Su solicito es importante para nosotros, permítanos revisarla y un ejecutivo se estará comunicando con ustedes

Mucho apreciamos que nos contacten por medio de nuestro formulario y que nos guarden en los favoritos de su buscador

Contacto General

intercambiadores@lavicor.com

Gerente Refacciones

mtorres@lavicor.com

Gerente Mantenimiento

cortega@lavicor.com

Gerente Equipos

geraso@lavicor.com

Gerente Ingenieria

vsosa@lavicor.com

Oficinas Corporativas

Latinoamérica

Av. Juan Salvador Agraz No. 97, Edif. Paragon. Piso 11 Col. Santa Fe, Mexico

Estados Unidos

Ubicación Lavicor
Lavicor Email
Lavicor Telefono

7814 NW 54th Street, Doral, Florida, 33166, Estados Unidos

+1-786-477-7661

Atendemos proyectos en toda Latinoamérica desde nuestra oficina en EE. UU. y, para México, desde su oficina local

Alfa Laval, API, Shmidt Bretten, Amstrong, APV, SPX, Swep, Sondex, Tranter, GEA, Mueller, Hisaka Works, Funke, Taco Arsopi, Tetra Pak, ITT, Vicarb, Kelvion, Bell & Gosett, Xylem

  • Instagram
  • Facebook
  • LinkedIn
bottom of page